Práctica del
niño interior
Primer parte: Acoger al niño que hay en mí
Al
inspirar, me veo a mi mismo como un niño de cinco años.
Al espirar, sonrío al niño de cinco años aún vivo y presente en mí.
Al inspirar, observo que el niño de cinco años que hay en mí es frágil,
vulnerable y está herido.
Al espirar, acojo al niño de cinco años que hay en mí con todo mi amor y comprensión.
Al espirar, sonrío al niño de cinco años aún vivo y presente en mí.
Al inspirar, observo que el niño de cinco años que hay en mí es frágil,
vulnerable y está herido.
Al espirar, acojo al niño de cinco años que hay en mí con todo mi amor y comprensión.
Esta parte de la práctica
es una invitación a volver a uno mismo para escuchar, hablar, reconocer y
acoger al pequeño niño que hay en nuestro interior. De esta forma el proceso de curación puede empezar
Segunda parte: Mi padre, mi madre en mí
Al
inspirar, veo a mi padre como a un niño
de cinco años.
Al espirar, sonrío a mi padre de cinco años.
Al inspirar, veo a mi padre con cinco años, frágil, vulnerable, herido.
Al inspirar, observo a ese niño herido con todo mi amor y compresión.
Al espirar, sonrío a mi padre de cinco años.
Al inspirar, veo a mi padre con cinco años, frágil, vulnerable, herido.
Al inspirar, observo a ese niño herido con todo mi amor y compresión.
Muchas
personas han vivido relaciones dolorosas con sus padres. Hasta ahora has podido
ignorar que el niño de cinco años que se convirtió en tu padre sigue aquí hoy, presente
en ti, y en él. Tanto tu padre
como tu madre te han trasmitido nada menos que su identidad completa. De hecho,
tu padre y tu no sois dos seres totalmente diferentes, aunque tampoco sois una
y la misma persona con exactitud (...)
Si puedes acoger al niño de cinco años que hay dentro de ti, también serás capaz de acoger al niño que hay dentro de otro, y entonces la transformación de la relación puede operarse con gran rapidez. Si tu padre hubiera tenido la oportunidad de aprender esto cuando era joven, no se habría causado sufrimiento a sí mismo ni tampoco te habría hecho padecer a ti. Pero no fue tan afortunado; por lo tantos, tienes que practicar por ti mismo y para tu padre en ti. Cuando seas capaz de transformar a tu padre en tu interior, tendrás la oportunidad de ayudar a tu padre a transformarse con mayor facilidad fuera de ti. Al practicar de este modo efectuamos una transformación en nosotros mismos y en nuestros padres y evitamos repetir los mismos errores con nuestros hijos. La rueda del sufrimiento se detiene.
Esta profunda comprensión del sufrimiento y sus causas originarias hace emerger la aceptación y el amor. Al poder amar y aceptar, nos sentimos mucho mejor y también somos capaces de ayudar a los demás a transformarse: a un tío o tía, un hermano o hermana, un compañero o amigo.
Si puedes acoger al niño de cinco años que hay dentro de ti, también serás capaz de acoger al niño que hay dentro de otro, y entonces la transformación de la relación puede operarse con gran rapidez. Si tu padre hubiera tenido la oportunidad de aprender esto cuando era joven, no se habría causado sufrimiento a sí mismo ni tampoco te habría hecho padecer a ti. Pero no fue tan afortunado; por lo tantos, tienes que practicar por ti mismo y para tu padre en ti. Cuando seas capaz de transformar a tu padre en tu interior, tendrás la oportunidad de ayudar a tu padre a transformarse con mayor facilidad fuera de ti. Al practicar de este modo efectuamos una transformación en nosotros mismos y en nuestros padres y evitamos repetir los mismos errores con nuestros hijos. La rueda del sufrimiento se detiene.
Esta profunda comprensión del sufrimiento y sus causas originarias hace emerger la aceptación y el amor. Al poder amar y aceptar, nos sentimos mucho mejor y también somos capaces de ayudar a los demás a transformarse: a un tío o tía, un hermano o hermana, un compañero o amigo.
Thich
Nhat Hanh, La paz está en tu interior.
Practicas diarias de mindfulness
Oniro2012, pag 59-60-61
COMPRENDER
Y AMAR.
COMPRENDERNOS
Y AMAR.
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